La multitud de acabados, opciones, formatos, y hasta materiales para diseñar unas tarjetas es tal que puede costar trabajo decidirse por una u otra. Con estas 5 preguntas que puedes hacerte verás que es mucho más fácil…
Tabla de contenidos
1- ¿Para qué las necesito?
Unas tarjetas de visita han de ser funcionales. En la mayoría de los casos las queremos para dar a conocer nuestro negocio o nuestra posición/función en la empresa en la que trabajamos. En todos los casos, aparte de nuestra presentación es el primer contacto que va a tener el cliente con nuestra imagen corporativa, por lo que ha de cumplir todas las funciones que requerimos de ellas: Apuntar una referencia, ofrecer todos nuestros datos o al revés solo dar un elemento si queremos intrigar, provocar la curiosidad, o simplemente presentar un calendario de citas si, por ejemplo, tenemos un salón de belleza.
Hay que tener muy claros los contenidos. Y añado un inciso:
¿Que diferencia una tarjeta buena de una común? Lo importante es trascender su función primera y conseguir que la tarjeta represente los valores de una empresa. ¿Eres proactivo?, ¿eres divertido?, ¿tu profesión es tu pasión? Difícil representar todo esto con una tarjeta. Sin embargo, el ejemplo a continuación es probablemente el mejor ejemplo de que todo eso se puede demostrar… con una tarjeta de visita.
— Tarjeta en base a troquel y posteriormente ensamblada —
2- ¿Cual es mi presupuesto?
El presupuesto es importante a la hora de decidir qué hacer. Para muchos lo marca los acabados y opciones que elijamos pero lo primero debe de ser la cantidad: Si debemos hacer 1000 tarjetas para 15 personas probablemente amortice mucho más un acabado que, de tener que hacer 500 unidades, salga muy caro.
Así que primero definimos cuantas tarjetas hemos de hacer. Nos facilitará mucho las siguientes elecciones.
3- ¿Qué formato le doy?
El tamaño tipo de una tarjeta es 84x45mm, aunque esta medida no es obligatoria. Pero esta puede ser con los cantos rectos o redondeados, doble con un hendido en el centro para ofrecer más superficie, cuadrada, o troquelada con una forma precisa (por ejemplo un chupete para una tienda de bebés).
4- ¿Qué soporte utilizar?
Pensamos en tarjeta y pensamos en papel, pero claro existen muchos tipos de papel. Están muy de moda los papeles con textura y extragruesos, o los encolados que ofrecen un canto bicolor. También se pueden hacer sobre soportes diferentes. Las tarjetas de plástico, transparentes, o de metal ya son moneda común, eso sí a unos costes superiores y con un objetivo y significado diferentes. Al gusto del consumidor.
5- ¿Qué acabados uso?
¡Rienda suelta!… Si hay un buen presupuesto detrás. Si no limitamos un poco más aunque muchos acabados son bastante asequibles mientras no vayamos a soportes muy caros como la tarjeta de metal troquelada.
Yo suelo recomendar que se plastifiquen las tarjetas si se van a imprimir en cuatricromía, para que no se manchen ni destiñan los colores. Si se quiere poder escribir sobre ellas, mejor plastificado mate, para que no resbale la tinta. Si es en offset con tintas planas ya no es tan necesario y podemos ir a acabados tipo golpe seco (relieve) que dan mucho empaque en tarjetas con tan solo 1 tinta.
Se han democratizado mucho los acabados y el perforado laser (muy preciso, se pueden perforar hasta frases), el barniz con relieve, el barniz selectivo o la tinta blanca (sobre papel de color) pueden marcar la diferencia.
— Tarjeta con barniz selectivo sedoso en relieve —
Queda decidirte. Si respondes a cada una de estas preguntas, verás como probablemente se perfile el tipo de tarjeta que necesitas. Aunque teniendo claro el primer punto lo ideal es ponerte en manos de un profesional que sepa aconsejarte desde un punto de vista objetivo. Ya solo queda ponerse manos a la obra.
¿La diseñamos?
Fuente de las fotos: smashingmagazine.com