La celebración de eventos siempre ha ido de la mano de las novedades, modas más o menos pasajeras o auténticos cambios en usos y costumbres. La democratización de la fotografía y su consecuente multiplicación debida a la exposición que le confieren las redes sociales y plataformas de contacto tipo whatsapp ha impulsado el desarrollo de productos como el photocall, reservado a eventos empresariales y artísticos antes y elemento imprescindible de todo evento que se precie de un tiempo para acá.
El photocall
De la celebración religiosa pasando por el banquete, sesión de fotos, recuerdos, baile, o más recientemente los vídeos, sorpresas durante el banquete… las bodas son el evento por excelencia y cada x tiempo incorporan novedades. La voluntad de llevarse un recuerdo con la gente que quieres ha impulsado la adopción del photocall (o fotocol) como imprescindible. Relegando las (caras y encorsetadas) «fotos de pareja» al recuerdo. Disfrazarse, reír, dar un toque de humor, romanticismo a las fotos, y encima personalizado y como reflejo de la personalidad de los novios son las grandes bazas del photocall, sumadas al hecho de que para los invitados es un bonito recuerdo… y gratis.
Yo estuve aquí
Geolocalizar nuestra actividad no es algo nuevo. Apps como Foursquare giran en torno a este concepto pero las grandes (Facebook, Twitter, Instagram…) ya ofrecen esta posibilidad para, de ese modo, documentar con foto, comentario y posicionamiento todos nuestros actos. Las bodas y en general los eventos no podían estar ajenos a esto, de hecho son ocasiones estupendas para ello, y si encima se dedica un lugar y accesorios para ello, blanco y en botella.
El auge de términos como «selfie» (autofoto, o foto tiburón como se le llamaba antes), postureo, duck-face y demás no son ajenos a toda esta cultura fotográfica relacionada con las redes sociales.
¿Y a ti, que te parecen los photocall?