Ni soy coolhunter ni lo pretendo. Ese grado de «molancia» y olfato queda a años luz de mis posibilidades. Pero eso no quita que pueda tener inquietudes e intente, regularmente…
«Leer» el mundo que me rodea en clave predictiva. Tengo muy claro que es algo fundamental si quiero poder entender los públicos a los que me dirijo y conseguir el grado de éxito propuesto. Son muchas las ventajas:
– Te permite intentar entender el público, empatizar con él. Y en consecuencia obtener elementos clave para poder analizar el mercado.
– Recolectar información, entender que gusta o gustará y de ese modo sustentar campañas, proyectos, en valores culturales, estéticos, tendencias que situarán y vincularán nuestra propuesta, a la par que darán peso a nuestros argumentos.
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El análisis sesudo
Aunque la imagen del coolhunter se aproxime a una especie de «nueva bohemia romántica», cámara en mano, lo cierto es que se debe basar en técnicas sociológicas, antropológicas, culturales, artísticas y de investigación de mercado, para poder definir tendencias y, como resultado, poder ofrecer un análisis adecuado para un cliente (si quieres saber más sobre esto, lee este artículo del blog Emotools). Llevado a nuestro campo, estudiar y entender estas materias nos dará claves de indudable valor a la hora de salir a la calle.
La intuición
Mas allá del «postureo» y de los genios efímeros, tengo claro que, como en toda profesión u oficio, existe un grado de predisposición innata que, combinada con una necesaria (gran) dosis de trabajo, da lugar a grandes profesionales. Esa intuición, la poseemos todos en mayor o menor medida y solo se trata de saber reconocerla y valorarla para sacarle el mayor potencial.
La curiosidad, entendida como valor y no como defecto es un gran aliado, leer, observar atentamente el mundo que nos rodea ayuda a agudizar nuestra intuición a la hora de «salir a la caza».
Evidencias
Las tendencias son perceptibles en medidas muy variables. Si os digo que en un año el mundo Star Wars nos volverá a inundar, no os descubro nada nuevo. Ese mundo es tendencia y a través de los años, consolidada. Pero a veces una tendencia aparece de forma mucho más soterrada: Twitter tardó más de un lustro en explotar, y quien supo descifrar su potencial hace unos años tiene una herramienta poderosa ahora, y las pulseritas de gomas de colores son también un tipo de tendencia diferente, más bien una moda, pero real, a tenor de la locura desatada entre los más pequeños.
Entonces… What’s next?