Para obtener una impresión de calidad tenemos que trabajar con imágenes que también la tengan…
Una de las tareas habituales de nuestro equipo de diseño consiste en verificar la calidad de los archivos que envían nuestros clientes para imprimir en diferentes formatos y soportes.
Si el archivo viene de un diseñador gráfico no suele haber problema, porque ellos saben cómo preparar los archivos con programas de edición de imágenes, para obtener la máxima calidad en la impresión.
Las dificultades surgen cuando los archivos para imprimir han sido preparados por personas que no están familiarizadas con este tipo de programas.
Como para otras muchas cuestiones, el acceso a Internet nos ha abierto un montón de posibilidades a la hora de acceder a imágenes que nos ayudan a comunicar en la publicidad de nuestra empresa aquello que deseamos transmitir.
De hecho, cuando preguntamos a nuestros clientes sobre el origen de la imagen, es frecuente encontrarnos con la respuesta de “la he encontrado en Internet”.
Pero a la hora de elegir las imágenes en este medio, debemos prestar atención a 2 cosas:
a) El hecho de que muchas de ellas están protegidas por derechos de autor y su utilización puede ocasionarnos problemas si no contamos con la autorización correspondiente.
b) La mayoría de las imágenes libres que circulan por Internet no ofrecen calidad suficiente para imprimir.
Es en este último punto en el que quiero centrarme hoy.
Las características de una imagen para ser mostradas en una pantalla son diferentes a las que debe tener una imagen para imprimir sobre papel, vinilo, lona etc.
Aquí es donde entra el concepto de “Resolución de la imagen”. Como bien se explica en la Wikipedia, la resolución de una imagen indica cuánto detalle puede observarse en esta (…) Tener mayor resolución se traduce en obtener una imagen con más detalle o calidad visual.
Podríamos entrar en cuestiones técnicas pero no es ese mi propósito (podéis encontrarlas fácilmente en la web) lo que quiero es explicarlo de forma sencilla para que resulte fácil de comprender: como norma general, para imprimir, necesitamos que una imagen tenga una resolución mínima de 100 ppp al tamaño real que se vaya a imprimir.
Con esta sencilla indicación vosotros mismos podéis comprobar la calidad de vuestra imagen. Abridla con vuestro editor de imágenes (por ejemplo photoshop), adaptad el tamaño de la imagen al tamaño real en que deseéis imprimirla y comprobad su calidad poniendo la pantalla del navegador al 100% (tamaño real).
Si lo que veis en la pantalla es lo que deseáis imprimir, adelante; si por el contrario sale borrosa o “pixelada” (vemos los cuadraditos que componen la imagen), es muy probable que no nos sirva.
Existen formas de compensar el tamaño y los píxeles, pero para ese tipo de manipulaciones conviene que pidáis asesoramiento a vuestro taller de confianza, ellos os indicarán qué hacer en cada caso.